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“Tenemos la oportunidad de hacer de Estados Unidos una nación mejor”

Hoy es un día que la mayoría de nosotros, que tenemos la edad suficiente para recordarlo, desearíamos poder olvidar. mlk

De pie en el balcón de un motel anodino de Memphis, el Dr. Martin Luther King Jr. fue asesinado a tiros hace 50 años.

Las fotos borrosas del personal del Dr. King, apuntando desde el balcón hacia el sonido de los disparos, con su líder desplomado a sus pies, todavía nos persiguen. Se perdió mucho. Quedó y queda mucho por hacer.

Este aniversario histórico llega en un momento en que, tras lo que para muchos de nosotros parecía un avance hacia la realización del famoso sueño del Dr. King durante los dos mandatos presidenciales de Barack Obama, ahora parece estar dando tumbos hacia atrás. Donald Trump ha explotado una veta de resentimiento y prejuicio en el cuerpo político que esperábamos que se hubiera atajado.

Por supuesto, deberíamos haberlo sabido. El Dr. King sin duda lo sabía. Fue la fuerza impulsora de avances históricos como la Ley de Derechos Civiles de 1963 y la Ley de Derecho al Voto de 1965, pero también sabía todo sobre lo peor de Estados Unidos. Había visto cruces quemadas, cabezas golpeadas, manifestantes pacíficos derrotados por gases lacrimógenos y mangueras contra incendios simplemente porque se pusieron de pie para exigir la justicia igualitaria ante la ley prometida por nuestra Constitución.

Nada de eso, y cosas peores, lo disuadieron. El día antes de su asesinato, en una manifestación contra los trabajadores sanitarios en huelga en Memphis, el Dr. King les pidió “que nos entreguemos a esta lucha hasta el final. Nada sería más trágico que detenernos en este punto, en Memphis. Tenemos que llegar hasta el final. Y cuando tengamos nuestra marcha, ustedes deben estar allí. Preocúpense por sus hermanos. Puede que no estén en huelga. Pero o subimos juntos, o bajamos juntos”.

Hoy, el espíritu mezquino de los discursos de campaña del presidente Trump y de su cuenta de Twitter, la instigación de viejos resentimientos arraigados en sus demandas de un muro fronterizo, su negativa inicial a repudiar a los supremacistas blancos después de Charlottesville, su larga historia de maltrato a las mujeres y sus ataques a la libertad de prensa nos tientan a renunciar a la democracia estadounidense. Las encuestas y la escasa participación en nuestras elecciones nos dicen que millones de nuestros conciudadanos han hecho precisamente eso.

El Dr. King no entregó su vida para que nosotros renunciáramos a la democracia que tanto luchó por fortalecer. Por eso, al recordarlo en este aniversario histórico, tal vez la mejor manera de honrar su memoria sea seguir su ejemplo, expresado en otro pasaje de aquel último discurso en Memphis.

“Levantémonos esta noche con mayor disposición. Levantémonos con mayor determinación. Y sigamos adelante en estos días poderosos, estos días de desafío para hacer de Estados Unidos lo que debería ser. Tenemos la oportunidad de hacer de Estados Unidos una nación mejor. Y quiero agradecer a Dios, una vez más, por permitirme estar aquí con ustedes”.

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