El presidente de Donald Trump, Ajit Pai, ha ignorado temerariamente a las decenas de millones de estadounidenses que saben que el acceso asequible a la Internet abierta es esencial para la vida en el siglo XXI. La votación de hoy es un duro golpe para la autoexpresión y el autogobierno. Y el proceso viciado de ignorar decenas de miles de quejas de consumidores sobre la neutralidad de la red hace que la acción de la FCC sea ilegítima.

En pocas palabras, esta es la peor decisión en la historia de la Comisión Federal de Comunicaciones. Nunca antes la mayoría ha sido tan negligente con sus deberes. Nunca antes la Comisión ha burlado tan flagrantemente la voluntad del público. Nunca antes esta institución, otrora augusta, se ha dejado atrapar tan cobardemente por los amos corporativos. 

La función de la FCC, según la ley, es promover el interés público. Si bien a menudo he estado en desacuerdo con decisiones particulares, pocas veces he dudado tanto de las motivaciones o intenciones del presidente y sus dos colegas al subvertir el bien común.

Lamentablemente, ahora es el momento de recurrir a los tribunales para poner fin a este grave perjuicio para el pueblo estadounidense y el futuro de Internet en nuestra nación. El Congreso puede verse tentado a actuar, pero a corto plazo deben ser los tribunales los que intervengan para poner fin a esta grave infracción de sus deberes por parte de tres comisionados de la FCC que juraron servir al interés público.