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Votar es un derecho, no un privilegio: en qué se equivoca el editorial del Lowell Sun

No es ningún secreto que nuestra democracia funciona mejor cuando todos tienen voz, y la AVR es una herramienta clave para fomentar la participación en el proceso electoral, así como una forma de salvaguardar nuestras elecciones.

Un editorial reciente en El sol de Lowell El autor de este artículo criticó duramente, aunque superficialmente, el Registro Automático de Votantes (AVR, por sus siglas en inglés), argumentando que cualquiera que se preocupe lo suficiente por votar debería estar dispuesto a pasar por el proceso de registro. Esta postura ignora el hecho de que votar es un derecho fundamental para los ciudadanos estadounidenses, no un derecho que depende de la participación cívica individual. Cualquiera que sea elegible para votar debería tener la capacidad de hacerlo, sin necesidad de completar un papeleo excesivo o cumplir con estándares arbitrarios de “responsabilidad personal”. No es ningún secreto que nuestra democracia funciona mejor cuando todos tienen voz y voto, y el AVR es una herramienta clave para alentar la participación en el proceso electoral, así como una forma de salvaguardar nuestras elecciones.

El sol de Lowell El editorial adopta un tono despectivo, dando a entender que no hay ningún beneficio en añadir a los que “no se molestaron en registrarse” a las listas de votantes. Sin embargo, ya hemos visto en estados que han implementado el AVR como Oregon que este no es el caso: de los 230.000 votantes de Oregon que el AVR registró en sus primeros seis meses, 97.000 votaron en las elecciones de 2016. Evidentemente, una buena parte de los votantes se sintieron motivados a votar una vez que fueron añadidos automáticamente a las listas, y el AVR les dio la capacidad de hacerlo. Un gobierno del pueblo, por y para el pueblo debería querer alentar el voto siempre que sea posible en lugar de cargar a los ciudadanos con procesos de registro tediosos y obsoletos. El AVR no “pone indebidamente la responsabilidad de la ciudadanía directamente sobre el estado”; simplemente garantiza que el gobierno esté cumpliendo con su deber de celebrar elecciones justas y accesibles. El AVR ayuda a proporcionar acceso a la democracia a todos.

Añadir votantes a las listas también tiene un efecto mayor que simplemente alentar la participación, un hecho El sol de Lowell ignora. Por ejemplo, si un elector no está registrado para votar, es prácticamente invisible para sus funcionarios electos. Al agregar su nombre a las listas, se abre un canal de comunicación que antes no estaba disponible entre los representantes y aquellos a quienes representan.

En su oposición a la AVR, el editorial también cita la reciente decisión de la Corte Suprema de Justicia de Massachusetts que confirmó el requisito estatal de que los votantes se registren al menos 20 días antes de una elección. La opinión mayoritaria afirma que el plazo de 20 días es constitucional porque el gobierno comunica claramente las condiciones y requisitos para el registro al público. El editorial aplica esta misma lógica a la AVR, argumentando que las personas deberían ser responsables de registrarse porque se les ha dicho muchas veces que es un requisito previo para votar. El conocimiento generalizado de los requisitos para votar es ciertamente bueno, pero la AVR va un paso más allá, facilitando el proceso de registro en su totalidad. Independientemente de lo que los ciudadanos sepan sobre nuestro (ciertamente complicado) proceso de registro, aún merecen la oportunidad de votar. Además, muchas de las preocupaciones logísticas de la Corte con la votación el mismo día, como tener una afluencia repentina e inmanejable de registros de votantes justo antes de la elección, se abordarían con la AVR, que naturalmente distribuiría los registros de votantes en el tiempo y haría que el proceso de registro de votantes fuera mucho más fácil para el gobierno.

Además, el AVR se centra en aumentar la participación real de los votantes, no en reforzar las estadísticas de participación electoral. El editorial señala correctamente que las estadísticas de participación electoral (calculadas como el número de personas que votan en relación con el número de votantes registrados) probablemente disminuirán, ya que se sumarán sustancialmente más personas al grupo de votantes registrados. Sin embargo, si estas estadísticas se calculan en cambio como el número de personas que votan de toda la población de votantes elegibles, aumentarán a medida que crezca el número bruto de personas que participan en las elecciones. La participación electoral real ha aumentado en otros estados que han implementado el AVR; por ejemplo, la participación electoral en Oregon aumentó en 4% (más que en cualquier otro estado) entre 2012 y 2016.

Por último, el editorial ignora por completo el impacto positivo del AVR en la seguridad electoral. Con el AVR, los ciudadanos que ya están registrados para votar tendrán su información de contacto actualizada automáticamente cuando interactúen con el RMV o MassHealth. Esto mantiene nuestros padrones mucho más actualizados. En Oregon, se corrigieron 265.000 direcciones incorrectas en la base de datos central de votantes después de solo seis meses de usar el AVR. El AVR también ayudará a prevenir el fraude electoral, ya que el proyecto de ley agregará a Massachusetts al Centro de Información de Registro Electrónico (ERIC), un sistema que compara la información del registro de votantes con varias otras bases de datos estatales y nacionales, verificando las inexactitudes y confirmando que todos los votantes registrados son elegibles. El ERIC también identifica a las personas que son elegibles para votar pero no están registradas, por lo que ayuda a dar a más personas la oportunidad de hacer oír su voz al tiempo que protege contra el fraude electoral.

En la actualidad, 13 estados han adoptado el sistema AVR o, en el caso de Dakota del Norte, no cuentan con un registro de votantes. Las elecciones han seguido funcionando de forma segura en estos estados, y la eliminación de algunas de las complicaciones del registro de votantes ha dado como resultado una mayor participación cívica, no una menor. En los Estados Unidos, la norma debería ser que todos los ciudadanos habilitados puedan votar. El sistema AVR hace realidad esta visión más libre e inclusiva de la democracia.

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